domingo, 4 de diciembre de 2011

Jam Weihnachtssession

Antes de que se me olvide. Cada día lo flipo más por la forma en que la gente llega a este humilde blog; es cierto que ya hace tiempo que no llegan mexicanos buscando imágenes de la medusa (en serio, hubo un tiempo en que llegué a pensar que "medusa" en México tenía un significado desconocido en España), pero hay gente que llega buscando cosas como "competencias nocionales" (¡Cómo si yo tuviera la más mínima noción de algo!). Un día descubrí que hay un enlace al blog en un página de barcos holandeses y rusas que se anuncian para casarse con europeos (surrealista total). Hoy he descubierto dos enlaces algo más lógicos. Uno ya me lo esperaba, y es el de recetín (recetas de cocina para niños), me lo esperaba porque el autor es amigo del facebook y estudiamos juntos en el colegio. Pero el que me ha dejado con la boca abierta no, lo siguiente ha sido éste.

Y ahora, a lo que iba.

¿Sabéis lo que es una jam session (léase llém séshon)? Pues básicamente una serie de músicos independientes que quedan para improvisar todos juntos. Pues eso es lo que ha sido este finde.

Por segundo viernes consecutivo me fui correindo del instituto para hacer pan relleno y bizcocho que me venían visitas, y ¡¡menuda visita!! Venidos (casi) directamente desde Barcelona (pasando previamente por Tübingen) llegaron ni más ni menos que Aitor y Mariana. Llegaron sobre las seis, soltaron las cosas, comimos (esa comida que es almuerzo-merienda-cena que es LA COMIDA que hacen los alemanes y que según mi madre es la causa de que yo esté en constante expansión como el universo) e hicimos la visita obligada al Weihnachtsmarkt de Öhringen (como estaba lloviendo no tenía sentido ir más lejos), después de estar un rato viendo instrumentos musicales, visillos y adornitos de navidad (que no todo es salchichas y vino) acabamos acercándonos al puesto de la comida y pidiéndo unos Glühwein y un Kinderpunsch (zumo de manzana caliente) y he de admitir que el Kinderpunsch está más bueno que el Glühwein (en serio, mejor que deje de probar cosas en los mercadillos de navidad que a este paso voy a acabar admitiendo que el Glühwein es peor incluso que la lejía). Pues ya estábamos en esas, devolviéndo una taza para que nos dieran nuestros dos euros de fianza cuando oigo de repente "¡¡Rísquez, Rísquez!!". Resulta que eran tres profes del colegio con el conserje que estaban alli tomándose unos Glühweine, así que después de las presentaciones pertinentes y de criticar un poco nuestra patria chica de adopción, nos fuimos al pub (lo de EL pub es literal, porque hay uno en todo Öhringen). Los dos profesores y el conserje se pidieron una caipirinha (sí, caipirinhas a las ocho de la tarde), la profesora se pidió una coca cola light, Mariana se pidió un chocolate caliente y yo opté por el punto medio y me pedí una cerveza. Cuando se acabó la ronda y los profesores ya estaban viendo si se pedían otra caipirinha o pasaban a algo más fuerte, los españoles decidimos que nos retirábamos en la cumbre de nuestra carrera.

Al día siguiente sin necesidad de madrugar en exceso pusimos rumbo a Ulm, donde nos encontramos con Lukas y Aga (su mujer), con Marta, Javi y Pablito, y con Inga y Clara (dos amigas de Tübingen de Aitor y Mariana). ¡Qué alegría de volver a ver a la gente! No os voy a hablar del frío y el viento que hacía, no os voy a contar lo impresionante que es la catedral de Ulm, ni siquiera os voy a enseñar mi nueva taza para la colección y no voy a deciros que comí carne y carne hasta que casi me salió por las orejas (acompañado por Aitor, por supuesto). Pero sí quiero deciros que cada vez que veo a la familia Victorero se me acaban recargando las pilas, y que cada vez que juego con Pablito o que simplemente lo cojo de la mano para ir por la calle, me acuerdo del Pablito y la Angelilla que me esperan en Córdoba y que cada vez tengo más ganas de que pasen estas tres semanas. Y antes de ponerme sentiemental, sigo con lo que estaba. Después de comer y dar una vuelta, Marta, Javi y Pablo se volvieron a casa, los demás nos fuimos al mercado de navidad y a tomarnos el último Glühwein de la temporada (por lo manos de este fin de semana). Estuvimos viendo el mercado, cantando villancicos, perdiédonos y reencontrándonos al ritmo de "Los peces en el río", viendo el sacudidor de colchones de don Pantuflo Zapatilla, etc. y al final (caundo se fueron Lukas y Aga) decidimos que Clara e Inga mejor que no cogieran el tren, que en mi casa hay sitio para todo el mundo. Así que a pesar de sus reticencias inciales, aquí acabamos los cinco la noche después de una paradita técnica en Gingen para comprar la cena y para despedirnos del Hemingway (INCISO: el otro día descubrí que mis alumnos ALEMANES no saben quienes son ni Hemingway ni Günter Grass).

Sobre una hora después de salir del Hemingaway estábamos llegando a Öhringen y poniéndonos a cocinar. Es una verdad universalmente reconocida que cuando tengo invitados no les doy de comer lechuguita. Cuando Isabel Preysler tiene invitados de improviso les pone Ferrero Rocher, yo les hago cualquier cosa con masa casera de pan o pizza. Y claro, como no estoy acostumbrado a cocinar para cinco personas, pues no tengo cogidas las medidas, y puse a todo el mundo a preparar cosas y al final creo que voy a estar desayunando pizza y bizcocho hasta la semana que viene. Pero ¿y lo bien que nos lo pasamos? ¿Y lo que nos reímos? ¡Que para eso es el fin de semana!

Esta mañana (o más bien al mediodía) después de desayunar como leones (y aún así no acabarnos las pizzas de ayer por la noche) pusimos rumbo a Heidelberg, donde vimos a gente que ya conocíamos y paseamos bajo la lluvia, nos tomamos una salchicha en el mercado navideño y dejé pasar la oportunidad de ampliar mi colección de tazas de Weihnachtsmarkt con una taza que en alemán se puede definir como "Wie süüüüuüüüüüß!!", en inglés es "so cuuuuuute!!!" y en español gracias a Dios no tenemos una expresión capaz de encerrar tanta pastelosidad y monería. Vamos que es una taza cuya asa tiene forma de corazón, porque, por lo visto "ich hab' mein Herz in Heidelberg verloren"

Y hora y media después ya estaba cada mochuelo en su olivo (o yo por lo menos ya me estaba empapando en Öhringen, comprando un billete de tren para mañana, que los profesores también tenemos que formarnos de vez en cuando).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cóoooomo que en español no tenemos una expresión capaz de encerrar tanta pastelosidad y monería? Tenemos una que supera a todas las guiris con creces: ¡qué cuqui!

Este fin de semana estuve en un "mercado de Navidad" en el colegio privado alemán del condado. Lo pongo en español y entrecomillado porque aquello era... aquello era... mejor no doy detalles, que no es plan de crear secuelas al personal.

afra dijo...

¡Ostras, es verdad! Fíjate que estuve todo el domingo dándole vueltas buscando algo parecido y no caí. Por cierto, cada vez que oigo "¡qué cuqui!" se me viene a la cabeza la imagen de un caniche con chaleco y una dueña (del caniche) con mechas rubias y gafas de sol. No me preguntes por qué pero es así (Algo aprecido a http://pics.filmaffinity.com/Una_rubia_muy_legal-406516577-large.jpg pero más cuqui todavía)

Y bueno, de las adaptaciones de fiestas alemanas me hago una idea. CUando estuve vivendo en Massachussets fuimos al "Festival de octubre" (imagínate como sería que también lo pongo entre comillas y en español, con todo lo que chirría)