martes, 27 de diciembre de 2011

¿A qué fuiste a Graná?

A ná.

Pues eso mismo me ha pasado esta mañana. El primer día no festivo de vacaciones, el primer día en que me puedo sentir privilegiado por tener un trabajo en el que todos los días entre el 23 y el 8 son vacaciones, voy y lo celebro levantándome a las ocho de la mañana para renovarme el DNI. Hay quien sabiamente dice que quien no tiene cabeza tiene que tener pies, y algo así me ha pasado. Entre las múltiples cosas que me he dejado en Alemania (la primera y última vez que hago una maleta sin haber hecho antes una lista de lo que me tengo llevar) están las fotos carnet; así que justo antes de ir a la comisaría, ha tocado una parada técnica en un fotomatón. (Nota: No vuelvo a echarme fotos carnet recién pelado, salgo con cabeza huevo), por lo menos en estas fotos salgo mejor que en las que me he dejado en Alemania (claro que tampoco es muy difícil), aún así confirmo ese gran grupo de facebook que se llama "Nadie es tan feo como en su DNI ni tan guapo como en su foto de perfil".

Bueno, pues como sobre las diez y poco ya estaba listo con mi nuevo DNI y toda la vida por delante, decidí aprovechar la mañana: comprarme un billete de autobús para subir al norte, visitar una exposición sobre la vida diaria del imperio romano (o eso creo, porque se llama "Romanorum Vita"), buscar libros para regalar por Reyes, buscarme libros de didáctica o de actividades para hacer con mis alumnos o para las oposiciones, y comprarle un diccionario de alemán a mi hermana (que para alguien a quien convenzo de que el alemán es guay, tendré que animarla).

Pues bien. En una de las mejores librerías de Córdoba la sección de idiomas deja mucho que desear, no he encontrado ningún diccionario de alemán (en realidad de ningún idioma, excepto español) en condiciones y sólo he encontrado un libro que me ha interesado y que he estado a punto de comprarme: Cocina tradicional andaluza. Pero cuando lo tenía en las manos y me he puesto a hojearlo, primero se me ha hecho la boca agua, y después he recordado que en Öhringen no tengo jureles, boquerones, calamares, solomillo ni jamón. Así que he suspirado y lo he devuelto a la estantería.

He ido a ver la exposición, y "oh tristeza, oh dolor, oh campos de soledad, mustios collados" resulta que abren a las 12:30 para cerrar a las 14:00. Vale que no pido que la abran a las ocho de la mañana que no va a ir ni Pirri, pero ¡¡¡¡¡a las 12:30!!!!! Señores, que tengo cosas más importantes que hacer (quizá no más interesantes, pero sí más importantes). A lo mejor es que ya estoy demasiado alemanizado y empiezo a considerar que la tarde empieza a las 12:00. Vamos que creo que las diez de la mañana (o incluso las 10:30) no es mala hora para abrir la exposición.

Inmediatamente después: el segundo momento "tranquilito y sin prisas que ya no estás en Alemania". De la no-exposición he ido a la estación de autobuses, he esperado pacientemente a que un señor comprase su billete y cuando he llegado a la ventanilla y la señora ha visto que no quería un billete de salida inmediata, sino para otro día, me ha dicho "Espera veinte minutos a que abra que ahora estoy muy agobiada". Eso eran las 11:10 de la mañana. Con un cálculo rápido se deduce que abren la ventanilla de venta de billetes a las ¡¡¡¡¡¡¡11:30 de la mañana!!!!!! Definitivamente lo compro por internet.

Después de no comprar el billete de autobús he decidido ir al Corte Inglés, que si todo el mundo compra allí los libros será por algo. Pues sí, es porque nadie compra libros de idiomas. Si en Beta la sección de idiomas era descorazonadora, en el Corte Inglés por poco me he echado a llorar. La sección de idiomas son cuatro baldas de una estantería. Una estantería relativamente profunda. Tan profunda que en cada balda hay dos filas de libros, pero los libros de detrás no son los mismos que los de delante, así que la única forma de verlos es sacar los de delante y, si los de detrás no son lo que buscas, volver a colocarlos en su sitio. Así no hay quien compre un libro. Definitivamente, el Corte Inglés apoya a las librerías de barrio. Por lo menos sí que he encontrado un diccionario de alemán para mi hermana (después de buscar y rebuscar), pero no era el que buscaba.

En esas estaba, intentado descifrar la lógica del Corte Inglés para ordenar los libros en las estanterías - desde luego por orden alfabético no es (ni por título, ni por autor) - y cuando estaba comprobando si los ordenan por el color de la portada, por la cantidad de páginas o por el número del ISBN, me llamó mi madre al móvil (habíamos quedado en que me llamaba para ir a comprar por el centro) y justo cuando voy a cogérselo va la batería y se acaba. Así que nada, vuelta para casa a corregir y escribir en el blog.

Como ya me conocéis, sabéis que todavía no he corregido.

1 comentario:

Inma dijo...

jajaja, gracias por lo que me toca y... si puedo llegar algún con tiempo para ver la exposición... me apunto, que tengo ganas de verla también. Besitos