martes, 11 de diciembre de 2012

Zweiräderarmee

Cada día se ven menos compañeros en las calles, los pocos que aún resistimos parecemos lobos solitarios en la estepa, pero aún así, no nos damos por vencidos. Brillando con luz propia avanzo por un camino que ya me sé de memoria, pero que nunca he visto con los ojos que hoy lo veo , un camino abandonado, tomado por las huestes enemigas, un camino por el que avanzo sintiendo la espada de Damocles sobre mi cabeza, un camino por el que antaño costaba caminar de lo lleno que estaba y que hoy sólo yo transito.

El general Invierno venció a Napoleón y a Hitler en Rusia, venció a Stalin en Carelia y ha vencido a cualquiera que haya osado enfrentarse a él. Pero no a mí. No a un miembro del Zweiräderarmee. Voy avanzando, poco a poco, sin prisa - un movimiento en falso puede ser fatal - con la mente en blanco, atento a cada detalle del paisaje que pueda serme útil o que me permita cruzar las líneas enemigas. De repente aparece otro Zweiräder, no nos miramos, no nos hablamos, no hace falta, sabemos lo que piensa el otro. Al poco tiempo toma otro rumbo, su misión es diferente y yo sigo avanzando entre los miembros del batallón de Hielo, poco a poco, sin hacer ruido, sin que me noten ¡¡¡MALDITA SEA, ME HAN CAPTURADO!!! Pero soy como un gato, siempre caigo de pie, recojo mi petate y mis utillajes y me vuelvo a poner en camino. Quienes se han rendido al ejército del general Invierno me miran con una mezcla de sorpresa, admiración y negación. Algunos piensan que estoy loco por seguir adelante. Quizá tengan razón.

No vuelvo a cometer el mismo error, avanzo mucho más despacio que antes, pero mucho más seguro, pedalada a pedalada, ralentizo el ritmo cuando tengo que girar, el batallón del Hielo y el de la Nieve me flanquean durante toda mi misión, pero a veces soy capaz incluso de aprovecharme de ellos. Vuelvo a tener que pararme, esta vez decelero mucho antes, no llego a frenar, me deslizo suavemente como una piedra de curling sobre la pista y engaño a las tropas invernales.

Estoy cercano a mi destino, ahora la situación es mucho peor, también la oscuridad se cierne sobre mí, tengo que agudizar todos mis sentidos, sobre todo tengo que mantener el equilibrio como nunca antes y tengo que fiarme de mi intuición y mantener la mente en blanco, tan en blanco como el manto que lo envuelve todo. Por fin llego a mi destino. No estaba seguro de que lo conseguiría, pero soy del Ejército Zweiräder, nunca me rindo.

General Invierno, esta batalla la he ganado yo, pero algo me dice que será un guerra larga y sin cuartel.

LEBE DIE ZWEIRÄDERRESISTANCE!


2 comentarios:

Anónimo dijo...

eres mi idolooo!!!!sigue así campeón!!nos vemos el viernes eh!!muuaa

Anónimo dijo...

Superfan me declaro.