viernes, 24 de mayo de 2013

10 historias

Llevaba un tiempo pensando en escribir comparando con la situación de Alemania antes de que Hitler subiera al poder y la situación actual de España, pero el otro día Moli lo escribió mucho mejor de lo que yo podría haberlo hecho, lo podéis ver aquí. Así que me tocaba cambiar de tema, y no sabía muy bien sobre qué escribir. De repente, ayer, poco antes de irme ala cama me llegó la inspiración a través de facebook, a través de un amigo que compartió un enlace.

Forman parte del mobiliario urbano tanto como las farolas, los voluntarios de las ONG que piden firmas o que te hagas socio para salvar el mundo o los alumnos en uniforme de colegio religioso pululando por el centro a las tres de la tarde. Son ya tan parte de la ciudad que apenas les vemos, apenas les dedicamos unos segundos de nuestra atención para -  en el mejor de los casos - comprarles un paquete de pañuelos. 

De un tiempo a esta parte en algunos de los semáforos de Córdoba (al igual que en otras ciudades españoles) hay africanos vendiendo pañuelos, en algunos casos se disfrazan para llamar la atención (seguro que todos habéis pensado en el que se disfraza de gitana con un traje verde) e intentar vender algo más que si no lo hicieran. Todos les hemos visto, pero muy pocos se han parado a hablar con ellos, a preguntarles por su historia, por cómo han llegado desde su país hasta el semáforo.

El semáforo de la estación, el de la calle del Carmen, el del Carrefour Zahira, el del cementerio de la Fuensanta y no sé si se me olvida alguno. Pero ellos no tienen nombres de lugares de Córdoba, tienen nombres de persona y sobre todo tienen una historia detrás que Maria José Pérez y la fundación XUL - con la colaboración del Ayuntamiento - han decidido investigar y contar. Pocas veces me pongo serio, pero haced el favor de pinchar este enlace y la próxima vez que os paréis en un semáforo me da igual que les compréis unos pañuelos o no lo hagáis, sólo os pido que seáis conscientes que detrás de ellos hay una historia y en ningún caso es una historia agradable.

No hay comentarios: